Tiempo de preparación: 20-25 minutos
Precio de los ingredientes: menor de 5€
Dificultad: si sabes hacer una beschamel, sabes; si no, ¡aprende!
Ingredientes:
Para las croquetas:
Beschamel->
Restos de salmón
2 champiñones
6 setas
50 grs de queso de cabra
Un chorrillo de aceite
Para la salsa:
Un chorrito de vino blanco
50 grs de roquefort o similar
La mejor forma de ahorrar cocinando, es aprovechar toda la comida. Por ejemplo, hace un tiempo, compramos 1/2 salmón en la pescadería (por medios o enteros suele salir sensiblemente más barato). De él salieron los lomos para una receta, las espinas y la cabeza hicieron un caldo para un arroz, y los restos que salieron de las espinas y la cabeza los aparté cuando llevaba 10 minutos haciéndose el caldo para hacer estas croquetas; apenas salió un cuenquito con salmón hervido, pero es más que suficiente para darles un toque distinto al habitual.
Primero hacemos una beschamel tal y como ya conocíamos y, en una sartén aparte, vamos sofriendo los champiñones y las setas. Arriba tenéis el enlace para seguirla. En este caso, tenemos que dejar que se reduzca un poco más, ya que la beschamel para hacer croquetas tiene que quedar más sólida que una beschamel para unos canelones o un pastel de patata. Normalmente, podemos utilizar dos cucharadas soperas de harina para 1/2 litro de leche, y para esta beschamel quizá sea suficiente con 400 mililítros aproximadamente. Cuando hayamos dejado de añadir leche y no tengamos grumos, añadimos el queso de cabra picado, el salmón y los champiñones y las setas a la beschamel. Cuando esté con la consistencia adecuada, la sacamos y la metemos en un tupper en la que la guardamos 24 horas para que se endurezca un poco.
Al día siguiente, con dos cucharas vamos haciendo bolitas de croqueta que pasamos por huevo y pan rallado (hay quien las pasa dos veces para darle más consistencia, y, si eres novato en croquetas, puede que sea una buena idea para que no se te rompan). Luego, freímos las que vayamos a comer inmediatamente y congelamos el resto ya con el empanado. Lo genial de las croquetas es que puedes echarlas todavía congeladas a la sartén y se freirán perfectamente mientras se descongelan por dentro.
Para freírlas, recuerda que estén casi totalmente cubiertas por el aceite, y cuando las saques de la sartén, ponlas encima de un papel absorbente que recoja el sobrante de aceite.
Una vez hechas, mezcla en un tarrito o un cuenco pequeño unas gotitas de vino blanco con el roquefort y mueve hasta que quede pastoso o más líquido (a tu gusto!). Moja en esa salsa las croquetas... ¡buenísimo!
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